“Internet ha puesto a nuestra disposición un ilimitado catálogo de personas en todo el mundo, lo que hace que la elección sea todavía más difícil, y nos convierte a la vez en clientes y productos. Vivimos en una obsolescencia programada de las relaciones porque es muy difícil encontrar pareja estable. Aunque queremos el amor verdadero, nos cuesta mucho abrirnos y mostrar una vulnerabilidad, que sentimos como peligrosa cuando en realidad es un plus”.
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