¡Quiero más días intransitivos!

¡Quiero más días intransitivos!

Sí, quiero más días intransitivos. Me explico.

Crisis vespertina dominguera en plan “qué ha pasado con mi fin de semana” y “hala, ahí se va otro día más en el que he procrastinado vivir al máximo”. Me expulsó de este estado, digamos gaseoso, el grito de mi hijo adolescente desde los confines de su habitación: “¡Mamáaaa! ¿Me ayudas con Lengua, que tengo examen mañanaaaaa?”.  Of course, darling. Análisis de oraciones según la naturaleza del predicado. Apasionante. No, que lo digo en serio. Me encanta analizar oraciones. A mi hijo, obviamente, no. Bueno, a lo que iba. Según el verbo tenemos tres tipos de oraciones, grosso modo, claro: copulativas, transitivas e intransitivas.


* 👉 Son copulativas las que se forman con los verbos ser, estar o parecer y necesitan un atributo.
* 👉 Son transitivas aquellas cuyos verbos necesitan un Complemento Directo para cobrar sentido.
* 👉 Son intransitivas aquellas cuyos verbos tienen sentido por sí solos.

Zipi y Zape
Zipi y Zape



Días copulativos

Esta simple clasificación me hizo pensar y encontré ciertas similitudes con lo que viene a ser la vida misma. Me explico: tenemos días copulativos, en los que sólo podemos ser, estar o parecer y necesitamos un complemento, más o menos frívolo, más o menos profundo, un atributo al fin capaz de definir nuestro estado. Pueden ser días densos o fluidos, alegres o tristes, completos o vacíos de contenido en función de nuestra masa madre y, posiblemente, de las circunstancias. Son esos días que no nos permiten conjugar otros verbos, por más que lo intentemos.



Días transitivos

Seguí mi hilo de pensamiento, y las migas de pan que el domingo me brindaba me condujeron a esos otros días transitivos. Los detectamos porque notamos que nuestra vida va como por entregas, como la bicicleta de Zipi y Zape. Don Pantunflo Zapatilla, su progenitor, les da un vale canjeable por una parte de la bicicleta cada vez que hacían los deberes o se portaban bien. Pues a veces siento que tengo el sillín, la cadena, los frenos, las ruedas, los radios, los pedales… pero me falta el manillar. Tengo, en definitiva, una ‘bicivida’ transitiva que necesita UN día siguiente, un complemento directo, para que todo encaje. Eso sí, a veces éste se hace de rogar y aparece al cabo de semanas, y otras llega como de incógnito, medio camuflado, y me precipita en un juego de dudas y ambigüedades que cuesta despejar. Y es que, por mucho que lo busquemos, el sentido de nuestros días transitivos se presenta cuando menos lo esperamos.

Días intransitivos

Las migas de pan desaparecieron de repente; justo cuando encontré un recodo escondido del camino donde me topé con un buen montón de días intransitivos. Plenos, repentinos de placer o de éxito, casi perfectos, inauditos de fuerza y cortos, así son algunos de esos momentos de 24 horas que no necesitan nada más que vivirlos para significar. Vienen completos por sí solos y, en algunas ocasiones con extra de sensaciones y borde relleno de satisfacción.
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