Fotografía: Dani Guereñu
Empecemos por el principio.
Nací en Sevilla, ciudad que amo profundamente, escenario mágico de mi infancia y adolescencia. Porque, como la de Machado, mi infancia también son recuerdos de un patio de Sevilla… limonero y huerto no tenía, la verdad, pero sí arriates con claveles y flores preciosas y una parra que daba sombra en los sofocantes e interminables meses de verano.
Vivo en Madrid desde hace muchos años. Es donde estudié Ciencias de la Información y donde empecé mi trayectoria laboral y personal. Adoro Madrid. Su gente, el anonimato, las prisas, sus planes culturales y de ocio diurno y nocturno, ver la puesta de sol en el Templo de Debod…
Me encantaría poder extender la posibilidades del tiempo para poder residir en muchas más ciudades de este planeta Tierra. Y también pasaría, sin dudarlo, dos meses en el satélite de la Tierra.
Escribo desde que aprendí a hacerlo, como todo el mundo, pero de manera consciente desde que sentí el auténtico significado que tienen para mí las palabras. Soy una fiel defensora de éstas. Las palabras importan y no creo que se las lleve el viento a ninguna parte. Las palabras se quedan en el alma; aman, hieren, hacen soñar, reír, llorar, correr, dormir, vivir…
Como dice en la contraportada de mis libros, he trabajado durante más de una década en revistas mensuales en la editorial Hachette Filipacchi y como freelance para revistas como BNMujer, Cosmopolitan, SModa, Man… He conocido a personas maravillosas en el ámbito profesional y personal, y también a otras tantas que no lo fueron tanto, pero a las que doy las gracias por mostrarme un camino por el que nunca quiero transitar.
He escrito biografías de grupos musicales, reportajes, entrevistas, un libro sobre el cortometraje español (Objetivo Corto: Guía práctica del cortometraje español), tengo mi blog con un nombre tan raro como ardillasalasnueces.com y mis dos libros recientes: Match. Cómo encontrar pareja en la posmodernidad (Alienta Editorial) y Alma nuclear (Lecturas Masivas).
Aprendo cada día que vivir es crecer, y no estancarse en lo cómodo. Y os prometo que la vida está siendo muy generosa conmigo en esto de crecer y no estacarse… Imagino que quería asegurarse de que lo entendía bien. Y sí, lo he entendido. Ahora sé que venimos a este universo a brillar, no a sobrevivir.
Lo confieso: a veces, la rabia ha sido mi impulsora en la vida. Otras muchas ha sido el amor. Y desde mis emociones he llegado a convertirme en lo que yo llamo una ‘mujer renacentista’ que es como multitask pero mucho más bonito y en español.
Aprendí a reinventarme (como Madonna) tras la crisis de 2007 y ya es un no parar. Tanto que hasta ¡he creado mi propia agencia de matchmaking!
Comunico. Sí, no puedo evitarlo. Me paso el día comunicando porque es una de mis funciones renacentistas. He tenido clientes tan geniales como Pedro Halffter (director de orquesta y compositor) e Ismael Jordi (tenor) con los que he trabajado su marca personal, su storytelling y la relación con los medios.
Ahora sé que cada día puede ser el último, pero yo puedo hacer que sea el primero.
En ello estamos.
Gracias por estar ahí.